miércoles, 12 de septiembre de 2012

El sesgo optimista



Conducir es una de las actividades cotidianas más complejas que hacemos. Tomamos unas 20 decisiones cada kilómetro, medimos velocidades a ojo y nos tenemos que adelantar a las acciones de los demás. Tenemos que destacar los posibles sesgos producidos en el tratamiento de la información probabilística, como el optimismo no realista identificado por Weinstein (1980) y que se refiere al error de juicio que hace que consideremos que somos menos vulnerables que las otras personas. La percepción de invulnerabilidad tiene implicaciones tanto teóricas como prácticas en áreas tales como las conductas de auto-protección (Weinstein, 1989), la vulnerabilidad subjetiva (Hoorens y Buunk, 1993), la psicología de la salud, los procesos cognitivos de la depresión y la percepción del riesgo. Desde esta última perspectiva se han estudiado dos constructos: el optimismo no realista y la ilusión de control.

domingo, 12 de agosto de 2012

¿Por qué somos felices? Dan Gilbert (vos)



Dan Gilbert, autor de Tropezando con la Felicidad, desafía a la idea de que somos miserables si no tenemos lo que queremos. Nuestro "sistema inmunológico psicológico" nos hace sentir verdaderamente felices incluso si las cosas no salen como lo planeado.

lunes, 18 de junio de 2012

Técnicas de relajación. Hacia una vida más tranquila

 

SINOPSIS: Las técnicas de relajación son una herramienta que consigue buenos resultados en una gran variedad de problemas. La práctica sencilla de una serie de ejercicios produce importantes beneficios para la salud. 
PARTICIPANTES: Blanca Más Hesse, profesora de Psicología (UNED).

martes, 5 de junio de 2012

La pareja saludable (El mundo de Neus)


Os ofrecemos este vídeo que podéis encontrar entre otros en El Mundo de Neus y que nos parece que es como poco un buen ejemplo de coaching personal que puede ser de mucho interés para trabajar en psicología positiva.

viernes, 25 de mayo de 2012

Mente positiva o negativismo estratégico: ¿Cúal es la clave del éxito?

En los últimos años todo parece indicar que estamos bajo el imperio del optimismo. El pensamiento positivo es “cool”, vende muchísimos libros de autoayuda y consagra para la posteridad a los gurús que llenan su timeline en Twitter con frases hechas que probablemente tienen mucha buena intención pero que están exentas de aplicabilidad y valor real.
Pero la verdad es que si tan solo prestásemos un poco de atención, el éxito no guarda tanta relación con el pensamiento positivo como con una serie de comportamientos y competencias concretas: tener objetivos bien definidos, poseer la motivación adecuada, conocer nuestros límites y potencialidades, ser perseverantes… De hecho, el celebérrimo estudio realizado por Lewis Terman en el ya lejano 1921 demostró que el éxito de los niños superdotados no está en su inteligencia sino en la perseverancia. De la misma forma, un estudio mucho más reciente publicado en Psychological Science nos alerta sobre los riesgos del pensamiento positivo afirmando que puede ser una buena técnica pero no para todos ni para todo porque podría convertirse en un peligroso efecto boomerang.
De hecho, existe una realidad que usualmente esconden los gurús de la Psicología Positiva. Y es que las cosas podemos hacerlas aún si no estamos del humor justo. Tanto es así que se ha demostrado que las mujeres que viven en los países desarrollados gestionan mucho mejor la economía que los hombres ya que estos tienden a abandonarlo todo o caer en la depresión.
¿Es que las mujeres aplican más la Psicología Positiva? No lo creo. Probablemente todo se deba a que culturalmente, han desarrollado un mayor sentido de la responsabilidad para con la familia y esto las impulsa a continuar adelante sin desfallecer. Entonces la conclusión que podríamos extrae es que podemos sentirnos mal y tener ganas de escapar pero igualmente seremos capaces de llevar adelante un proyecto. Claro, probablemente no nos sentiremos particularmente felices y relajados pero podríamos obtener buenos resultados.
Además, a veces pensar en negativo también es productivo. Por ejemplo, si piensas que podrías perder tu empleo posiblemente esto te motivará a buscar otras alternativas que podrían ser incluso más interesantes de la actual. Es como la relación entre el eustrés y el distrés. Un poco de eustrés es positivo porque nos brinda la energía necesaria para emprender nuevos proyectos o solucionar problemas particularmente difíciles.
Y es que realmente nuestro éxito ante la vida no depende tanto de nuestros pensamientos positivos sino de nuestra actitud, de nuestra capacidad para asumir las responsabilidades y de nuestras capacidades para emprender nuevos retos. Recordemos que un pensamiento sin una acción subsiguiente es tan improductivo como una danza india para llamar la lluvia.

Escrito por Jennifer para Rincón de la Psicología En este articulo en concreto recomendamos mucho que vayáis a la entrada original por lo interesante que esta el debate sobre el tema.

Un estudio español relacionara los diferentes estilos de risa con los estadios emocionales

MADRID, 22 May. (EUROPA PRESS) -

FOTO: Ernesto Perales.
La Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS) colaboran en un estudio pionero con el que pretenden dilucidar la relación existente entre las distintas clases de risa y los estados emocionales, lo que servirá para entender un poco mejor el comportamiento emocional del ser humano.
El estudio consistirá en recoger archivos de audio con grabaciones de risa de voluntarios que quedarán alojadas en la red social 'Feelicity' (www.feelicity.es), en la que hay un apartado en el cual se selecciona el archivo audio con la risa, grabado previamente, y se sube a la aplicación.
Los archivos serán almacenados y una vez se desarrolle la plataforma precisa para realizar el estudio, se comenzará con el análisis de cada una de ellas.
Según los expertos, clasificar y agrupar automáticamente esos tipos de risa servirá para entender un poco mejor el comportamiento emocional del ser humano.
La iniciativa se inscribe en el proyecto Explora, titulado 'Estudio Neurocomputacional de la Risa: aplicación a nuevas tecnologías de diagnóstico psiquiátrico', del Ministerio de Economía y Competitividad.
Y es que como reconocen los impulsores de la iniciativa, la risa apareció mucho antes que el habla, y se ha usado como respuesta y expresión de múltiples situaciones y estados. Pese a todo, no deja de ser una señal acústica, muy parecida al lenguaje pero con una serie de características propias, temporales y frecuenciales con una gran variabilidad.
Esa variabilidad se utiliza para llevar información al oyente, qué nos ha hecho reír y cómo nos sentimos. Según el ritmo y la melodía, es decir, según la duración y espaciado de la carcajada y sus frecuencias, se puede indicar si nos ha sorprendido gratamente algo, si nos gusta una persona o su forma de ser o si queremos incluir o excluir a alguien de nuestro grupo social.
De este modo, explican al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), el poder agrupar esos tipos de risa ayudarán a comprender los estados emocionales del ser humano.
Uno de los principales inconvenientes en el estudio, según apuntan, es la imposibilidad de reproducir risas naturales y espontáneas en el laboratorio.
Por eso, "toda grabación de una situación alegre, feliz, cómica, sería de gran ayuda para la realización del estudio. Con el móvil y una pequeña descripción del contexto (saludando a viejos amigos, riéndome con la pareja, ante un buen chiste), y sin mucho ruido o conversaciones de fondo, se puede aportar una información muy importante".

lunes, 2 de abril de 2012

Sencillamente mejor

Publicado por Ángel Gabilondo en su blog: El Salto del Ángel

La sencillez es deseable, la simpleza, no. En tiempos difíciles y complejos, lo razonable parece ser reorganizar la escala de valores y, como cuando se complica la salud, aprender a apreciar lo que en la vida resulta más determinante. Incluso hace falta que el comportamiento, las maneras y el estilo se depuren hacia un modo de ser menos engolado y pomposo. Quedan más en evidencia las grandilocuencias y los engreimientos. Y, sobre todo, las complicaciones son una ocasión para apreciar lo que realmente merece la pena, para buscar lo que nos reconforta y precisamos.

La necesaria organización del tiempo, de los recursos y de las fuerzas obliga a una reorientación que no conviene dejar simplemente en manos de la coyuntura de los momentos. Se trata de establecer prioridades. Y no es preciso insistir en que suelen resultar decisivos los afectos, los entornos, la proximidad cordial. Y las condiciones dignas de vida. La sencillez es también la búsqueda de lo fundamental.

La sencillez es un saber, no un acopio de conocimientos, sino una forma de vida. Podríamos decir sin exceso que es una sabiduría que se busca. Resulta extraordinariamente agradable encontrarse con quien la entiende como una forma de de entrega, sin ostentación, de dedicación intensa sin aspavientos, sin reclamar permanentemente reconocimiento, y sin medir permanentemente el poder de los demás o el interés. Pero sencillo no significa falto de exigencia o tibio.

Por eso resulta tan llamativa la autosuficiencia. También se es incauto, que es un modo de ser simple, por exceso de confianza o por prepotencia. No faltan quienes aún hablan como si ya estuviera todo claro, como si no dudaran, como si siempre supieran perfectamente lo que hay que hacer, como si todo estuviera en sus manos, todo y todos, como si fuera la gran ocasión para la frase ocurrente, la determinación que todo lo zanja. Tal vez no es sólo falta de sencillez, también lo es de modestia. Otra cosa es que, por lo visto, es importante dar una imagen de contundencia, de dominio, pero la sencillez no impide la cuidada firmeza.

La sencillez no es una forma de resignación, ni de conformismo. No es una claudicación ante la complejidad, ni un desinterés por lo sofisticado o de múltiples raíces, ni la incapacidad para el análisis pormenorizado. Sin ostentación ni artificios, es cuestión de expresar con naturalidad los conceptos. La sencillez no ha de ser una coartada para la indiferencia, ni desatención para con lo refinado, ni falta de implicación.

Nos sentimos respetados por quienes son sencillos, por quienes no se dirigen a nosotros exhibiéndose, propalando sus conocimientos, sino ofreciéndonos caminos o solicitando compañía para procurárnoslos conjuntamente. En el peor de los casos, algunos nos dictan permanentemente lo que ha de hacerse, lo que nos conviene, lo que es y cómo es, porque a su juicio somos nosotros quienes hemos de cambiar. Su supuesta superioridad carece de sencillez.

La sencillez es un desafío para todos. Nos permite tratar de comprender el alcance y el sentido del vivir, y el carácter pleno y efímero de la existencia, que se expresa en las experiencias cotidianas. Este saber tan sentido y labrado en personas admirables nos enseña a no pretender el permanente deslumbramiento de una presunta brillantez, siempre con acciones de impacto. Ello nos conduciría a la parálisis que Hegel atribuye al alma bella. Tan convencida está de la importancia de las acciones determinantes, que no encuentra ninguna que esté a la altura de su voluntad. Y así, con su arrogancia, no hace nada y “el alma bella se deshace en una nostálgica tuberculosis”.

Esa supuesta ambición es finalmente más ineficaz que la tarea permanente, diaria, pormenorizada, cuidadosa, de lo sencillamente bien hecho. Es difícil lograrlo. Es un desafío para todos ya que, como señalamos, precisa gran sabiduría. E intensidad. E insistencia.

En definitiva, ello nos permite escuchar limpiamente lo que nos dice el oráculo de Delfos, “conócete a ti mismo”, no como una llamada anacrónica a la introspección, sino como la convocatoria a asumir los propios límites y limitaciones de nuestra condición humana que, por cierto, no es poca cosa. Pero el oráculo nos recuerda que no somos dioses. Así es, somos mortales. Puede resultar llamativo que nos veamos en la necesidad de recordárnoslo. Nos ayuda la reescritura y la relectura entonada de las conocidas preguntas de Kant, que todo ilustrado ha de plantearse: ¿Qué otra cosa se puede esperar si somos seres humanos, sencillamente humanos? Y esto no nos frena, nos convoca.

En lugar de una mirada precipitada, atolondrada, excesiva, obsesiva en acaparar, dominar y consumir, se requiere la intensidad sencilla, y no menos ambiciosa, de vivir libre, adecuada y justamente. Cuando eso ocurre, se distingue más claramente lo que nos falta y lo que nos sobra. No es preciso enmascarar ni envolver cada acción con más de lo que es. A ver si queriendo otra cosa, acabamos deseando ser antes simples que sencillos. Como el agua moja, el sol brilla y el verso dice, la sencillez tiene su propia elocuencia.

(Imágenes: Kitagawa Utamaro ( 1753-1806), Pescadoras de mariscos y fotografía de Roger McLassus)

domingo, 26 de febrero de 2012

Gratitud: Una practica necesaria

Estamos tan ocupados mirando hacia delante que olvidamos echar un vistazo hacia atrás para apreciar el camino recorrido. Pero sentir reconocimiento por los otros y por aquello que nos ha tocado vivir es mucho más que una virtud: es, sobre todo, el motor del bienestar.
Joselyne Vanclef

Todos conocemos personas que parecen tenerlo todo: una vida profesional exitosa, estabilidad afectiva, recursos económicos… y sin embargo, las vemos tensas y angustiadas. Y están las otras que aparentemente tienen menos y son, a pesar de todo, más felices.
¿Cuántas veces estamos preocupados por lo que no tenemos o por el miedo a la carencia? Temor por la falta de tiempo, de recursos económicos, de salud, de competencias, de energía, de conocimientos… Impresión o certeza de carecer de control, de motivación, de placer, de preparación, de éxito, de confianza, de amor, de reconocimiento. Múltiples aspectos que pueblan una gran parte de nuestras conversaciones y nuestros pensamientos, en forma de quejas.
Si con frecuencia pensamos que todo está en contra de nosotros, que tenemos mala suerte, que mereceríamos una vida mejor, etc., etc., etc., la gratitud puede ayudarnos a transformar esta percepción de la carencia de algo en una comprensión de lo que recibimos y tenemos en nuestras vidas.
Regocijarse por todo lo que consideramos nuestras adquisiciones: una familia, un trabajo, un techo, una buena salud, nos hace apreciar nuestra vida. Este reconocimiento conciente nos lleva a apreciar lo que tenemos más que los que nos falta. Las personas que desarrollan un sentimiento de gratitud se muestran menos frustradas, más abiertas y optimistas que las demás. No hacen de sus posesiones materiales una finalidad en sí misma, no se comparan con nadie e ignoran la envidia…
“La gratitud -escribe André Comte-Sponville en ‘El pequeño tratado de las grandes virtudes’ -se regocija de lo que aconteció o de lo que es: así, es el reverso del pesar o de la nostalgia (que sufren de un pasado que no fue, o que ya no es) y también de la esperanza o de la angustia, que desean o temen un porvenir que aún no es, que acaso no sea jamás, cuya ausencia les atormenta sin embargo. La gratitud es el recuerdo agradecido de lo que ha sucedido”.
Esta aptitud es también un poderoso antídoto al sentimiento de soledad existencial que a veces experimentamos. Para el psicoterapeuta francés Christophe André, a cargo de la unidad de Ansiedad y Fobias del Hospital Universitario de Sainte-Anne de París, la gratitud es “benéfica para la autoestima porque eleva el sentimiento de pertenencia a un grupo, a la colectividad humana, además de mejorar los vínculos con los otros”.
En la gratitud se genera un doble movimiento: interno y externo. Por una parte, una disposición interna de reconocimiento de aquello que nos es dado y llevamos en nuestro interior, y por otro, una purificación de las relaciones entre los seres. Dar las gracias a alguien es purificar la atmósfera entre nosotros y esa otra persona. La gratitud ejerce un poder liberador, permite el desapego y facilita el perdón.
La gratitud nace de la conciencia y en ella la memoria desempeña un papel esencial. El vanidoso y el egoísta son ingratos. El egoísta porque, si bien le encanta recibir, odia reconocer lo que le debe al otro. La ingratitud no es incapacidad de recibir sino incapacidad de dar un poco de la alegría recibida o sentida. A lo sumo su gratitud es interesada: la expresa esperando mayores favores. El vanidoso porque se muestra incapaz de reconocer el valor que procede del otro. Encerrado en su propia autosuficiencia, si muestra agradecimiento es más para generar envidiosos que gente feliz.
“En el extremo opuesto -afirma el periodista y escritor español Alex Rovira-, el ser humano lúcido puede sentirse abrumado, conmovido, por todo cuanto recibe. Gratitud por la vida, por la salud, por la existencia del ser amado, por el libro que revela, el paisaje que conmueve o el recuerdo que da sentido, pero también gratitud por las pequeñas cosas que son grandes placeres, el pequeño gesto amable, la mirada cómplice, la caricia casi imperceptible pero deseada”.
Una vez convencidos de los beneficios de la gratitud, no queda más que ponerla en práctica. Nada fácil, por cierto, en un mundo donde la ironía, el escepticismo, e incluso el cinismo son intelectualmente valorizados. Mostrar alegría y optimismo es, a menudo, equivalente de ingenuidad. Pero el descontento estrecha la vida, mientras que la gratitud la expande, la aumenta, incrementa la dicha, y abre las puertas del infinito, del amor.

Pequeños ejercicios de gratitud
  1. Remonte la cadena de causas y efectos que han aportado elementos positivos en su vida. ¿Qué personas o qué serie de acontecimientos están en el origen del trabajo que ama, de ese encuentro que produjo un cambio total, de ese libro que le procura tanto placer? “Cuando bebas agua, recuerda la fuente” reza el proverbio chino. Reconocer las fuentes trae aparejada una doble alegría: la de haber recibido y la de reconocer el valor del otro.
  2. Efectúe un balance positivo. Por la noche, antes de irse a dormir, haga una lista de los acontecimientos agradables que considere como “regalos” del día transcurrido: un café con una buena amiga, una tarea bien hecha, la sensación de bienestar después de una hora de gimnasia, un llamado de alguien que esperaba. Cada uno de esos pequeños “plus” bien merecen un agradecimiento.
  3. Dé las gracias cuando da. Aprenda el placer que hay en el hecho de dar. Y dé las gracias interiormente al beneficiario de su generosidad, ya que él le permite, sin saberlo, entrar en contacto con la mejor parte de usted: la que da sin temer ser desposeída, la que tiene conciencia de la infinita riqueza que existe en el compartir.
  4. Desconfíe de las comparaciones y la envidia. Estos sentimientos negativos nos hacen despilfarrar nuestra energía vital, disminuyen nuestra confianza y nuestra curiosidad. Son el fruto de nuestras creencias: miedo de no estar a la altura, ser decepcionado, manipulado. Después de tener conciencia de ellos, trate de echarlos de su espíritu. Cultive en su lugar sentimientos de completud recordando sus éxitos.
  5. Acepte los momentos difíciles. No alimente ni combata los sentimientos negativos como la tristeza, el enojo o la decepción. Esta aceptación permite atenuar “las montañas rusas emocionales” que lo embargan. Al dejar de considerar los acontecimientos bajo el ángulo “bueno” o “malo” aprenderá a tomar la vida como un todo, y a sentirla con sus distintos sabores.

viernes, 17 de febrero de 2012

El arte de no amargarse la vida



Los antidepresivos y los ansiolíticos son ya los medicamentos más vendidos por encima de los que controlan la tensión arterial o de las aspirinas. Esto hace 20 años no era así. Y este es un indicativo claro de que está aumentando la infelicidad. El índice de suicidios sube y todas las estadísticas de salud mental van para abajo. El psicólogo y periodista Rafael Santandreu explica en El arte de no amargarse la vida las claves para ser más fuertes emocionalmente. Con un estilo fresco y descarado, afirma que sufrimos de terribilitis. Muchos de los problemas emocionales actuales son causa de una mala filosofía de vida. Con gran facilidad nos creemos deprimidos, ansiosos o muy desgraciados. El arte de no amargarse la vida cuenta que todos estos trastornos emocionales podrían calificarse de terribilitis. En nuestra sociedad tenemos muchas creencias que nos hacen ser infelices como que si no tienes pareja eres desdichado o que hay que tener un puesto de trabajo muy importante para realizarse.

viernes, 3 de febrero de 2012

Slow: Una nueva cultura del tiempo


El tiempo, ese hilo irrompible, inasible y aparentemente infinito, es uno de los conceptos que más controversias ha suscitado, en la urdimbre social de todas las comunidades humanas¿ Alumbrados por preceptos astrológicos y religiosos, las culturas que inauguraron la historia de la humanidad, lograron atrapar el tiempo en la estructura del calendario. Así, los egipcios dieron 24 horas al día y 365 días al año, los babilonios, 12 meses al año y 30 días al mes y, los romanos, 7 días a la semana. Y no sería hasta la Modernidad, en el s. XVII, con la Revolución Industrial auspiciada por la moral calvinista y protestante, cuando el tiempo comienza a asociarse al trabajo productivo y a convertirse, en un valor económico. El Movimiento Slow, con un número creciente de seguidores a nivel internacional, propone la valoración de los procesos que llevamos a cabo para alcanzar los fines. No tanto la lentitud del hacer como la consciencia en las cosas que hacemos. No tanto el deseo del beneficio último como el beneficio integral de todos los factores involucrados. En España, la asociación Slowpeople apoya este movimiento. INTERVIENEN: María Novo Villaverde, Catedrática de Educación Ambiental UNED y presidenta Show People; Carlos Montes, Catedrático Ecología UAM; Mª José Bautista, Profesora Educación Ambiental UNED.

lunes, 9 de enero de 2012

"Crecer desde la resilencia"




 Autor Forés Miravalles, Anna ; Grané Ortega, Jordi
ISBN 9788496981201
Año Edición 2011
Páginas 144
Idioma Español
Precio 15,00 €uros





Sipnosis

La resiliencia es resistir, superar los obstáculos, aprender de los errores con humor. Es una cualidad humana inmensa, llena de matices. La mejor manera de explicarla es a través de las historias personales de personas resilientes.
El término resiliencia se refiere a la capacidad de las personas, los grupos y las comunidades para enfrentarse, sobreponerse y salir transformados ante las adversidades. Cuando nos encontramos con situaciones que parecen no tener salida, la resiliencia nos invita a desbloquear la mirada paralizada, dar vuelta atrás del callejón sin salida y encontrar nuevos caminos, nuevas posibilidades. Consiste en reanimar lo que creemos acabado, sortear aquello que parecía que no se podía rehuir. Redescubrir aquello extraordinario que todas las personas poseemos. El proceso resiliente es parecido a la creación de la perla dentro de una ostra. Cuando un granito de arena entra en su interior y la agrede, la ostra segrega nácar para defenderse y, como resultado, crea una joya brillante y preciosa. Ésta es la perla que encontrarán en este libro. Un texto ameno y profundo a la vez que nos acerca a la resiliencia como metáfora generativa que construye futuros posibles sobre la esperanza humana y la consecución de la felicidad ante los sufrimientos, los traumas y el dolor padecido.
Los autores nos ofrecen un texto claro, sistemático y lleno de historias que llegan a todas las personas, acercando el término resiliencia a todos los públicos.