lunes, 23 de febrero de 2015

Un análisis crítico sobre el ‘Mindfulness’, la meditación de moda


He tardado mucho tiempo en elaborar este artículo ya que el ‘Mindfulness’ no es un tema fácil de abordar, como se puede comprobar en las discusiones que sus defensores y detractores mantienen sobre de este asunto. Los primeros esgrimen como principal argumento que existe evidencia empírica que justifique su uso, mientras que entre sus detractores encontramos dos grupos: los psicólogos que defienden que la evidencia no es tanta como se pretende y que no existe ninguna diferencia entre el ‘Mindfulness’ y otras técnicas que se vienen usando desde hace tiempo en la Terapia Cognitivo-Conductual, y escépticos que piensan que no se trata sino de otro procedimiento extraído de las religiones orientales que sólo sirve para sacar dinero a los incautos mientras se les vende esoterismo. ¿Quién tiene razón? Pues posiblemente todos, al menos en parte. 

¿Está justificado tanto bombo con el ‘Mindfulness’? Veamos la evidencia disponible


EL ‘MINDFULNESS’ ESTÁ DE MODA 

Por si todavía queda alguien que no haya oído hablar del famoso ‘Mindfulness’, vamos a dar la definición que hace el autor que llevó la técnica a la fama en occidente (Kabat-Zinn, 1994): “Prestar atención de manera particular, como propósito, en el momento presente y sin juicios morales”. Según algunos autores, el ‘Mindfulness’ no es sino la palabra que se ha utilizado para nombrar en inglés a la antigua meditación vipassana, que significa “ver las cosas tal y como son en realidad”. Este tipo de meditación busca el conocimiento de la verdad a través de la experiencia directa, que tiene que ver con la observación de la respiración y de los pensamientos, sentimientos y acciones para llegar a conocer la verdadera naturaleza de la realidad. Según esta tradición, se trata de comprender la verdadera naturaleza de la impermanencia (todo está en estado de flujo), de la insatisfacción (dado que todas las cosas son cambiantes, ninguna puede ofrecernos una satisfacción duradera) y de la insubstancialidad (la no existencia del ego o del alma; somos parte de un todo). Como podemos comprobar, la meditación vipassana se asienta en la filosofía budista. 

El ‘Mindfulness’ tal y como se presenta actualmente se aleja (al menos, en apariencia) de esos planteamientos filosóficos para convertirse principalmente en una técnica útil en el tratamiento de problemas psicopatológicos, aunque también se utiliza con otros fines por las llamadas “Terapias Contextuales”, una evolución reciente de la Terapia de Conducta. Desde que Jon Kabat-Zinn creara en 1979 el sistema de Reducción del Estrés Basado en el Mindfulness –conocido popularmente por sus siglas en inglés, MBSR– se ha realizado una creciente cantidad de estudios sobre la utilidad real del ‘Midnfulness’, poniéndose de moda a partir de la primera década del siglo XXI. Hoy en día encontramos cursos en Colegios de Psicología, expertos universitarios como este de la Universidad de Almería y psicólogos que se ofrecen como expertos en la técnica. 

Jon Kabat-Zinn, principal responsable del auge del “Mindfulness’ en occidente.


EVIDENCIA A FAVOR DEL ‘MINDFULNESS’ 

¿Podemos decir que el ‘mindfulness’ cuenta con evidencia científica a su favor? Sí, y eso es innegable. Por esa razón, no se la puede tachar de ser una pseudoterapia o meterla en el mismo saco que otras técnicas “orientales” (o supuestamente orientales), como el reiki o la reflexología podal, que no tienen base científica ni han demostrado suficientemente servir para algo. El principal cuerpo de evidencia señala que el Mindfulness’ permite reducir los niveles de depresión, ansiedad y estrés, mejora de la salud mental en pacientes de cáncer de mama (1,2) y personas con enfermedades crónicas, reduce las respuestas de depresión y ansiedad en pacientes con cáncer y personas que lo han superado y disminuye de los síntomas de depresión en personas que han sufrido tres o más episodios (1,2), además de prevenir las recaídas. No hay evidencia clara acerca de su utilidad para la reducción del dolor en pacientes con dolor crónico (1,2) Se pueden encontrar miles de estudios, pero los resultados de los metaanálisis son más contundentes, siempre que estén bien hechos. 

Como hemos visto, existe sin duda un cuerpo creciente de estudios que hablan de los efectos beneficiosos del ‘Mindfulness’, aunque cuesta encontrar pruebas de que sirva para algo más que reducir la ansiedad y la depresión. La mayoría de personas que acuden a una consulta de psicología presentan este tipo de reacciones, y no siempre la reducción de ambas supone el tratamiento de las causas del problema: si tengo un problema en mi relación de pareja, es posible que aumenten mis reacciones de ansiedad y/o depresión, pero que estas se reduzcan no significa que mi problema de pareja esté arreglado. Lo mismo ocurre con la persona desempleada que sufre de ansiedad y hace ejercicio físico para sentirse mejor. Además, estas reacciones de pueden reducir temporalmente por muchos procedimientos, como bailar, o escuchar música antes de una intervención médica. 

También hay que tener en cuenta que muchos de estos metaanálisis ofrecen resultados significativos pero modestos, y avisan en sus conclusiones de que los estudios utilizados sufren deficiencias metodológicas y usan muestras de poco tamaño. 

Reducir las respuestas de ansiedad, depresión y estrés, los principales beneficios del ‘Mindfulness’, aunque con cautela.


Una de mis sorpresas ha sido no encontrar ningún estudio de metaanálisis que encuentre efectos significativos sobre la atención. ¿Por qué digo esto? Porque ‘Mindfulness’ se suele traducir al español como “Atención plena” (también como “Atención consciente” o “Conciencia plena”), y suele pensarse que tiene efectos demostrados sobre ella, posiblemente a partir de un estudio que encontró que ciertas áreas cerebrales relacionadas con la atención eran más gruesas en personas que practicaban esta técnica (lo que no necesariamente implica que hayan sido causadas por el ejercicio de meditar). Es una pena, pues sería un uso realmente interesante. 

¿Qué podemos decir por ahora? Pues que utilizar el ‘Mindfulness’ para reducir las respuestas de ansiedad, depresión y estrés percibido es adecuado, con las limitaciones ya planteadas. También puede utilizarse la técnica para exponer a la persona a pensamientos e imágenes que le provocan ansiedad y tomar distancia de ellos, con el fin de llevarla a actuar a pesar de estas reacciones. Esta es la forma en que se suele utilizar por parte de personas que realizan ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso, por sus siglas en inglés, la Terapia Contextuales más desarrollada), que no buscan la reducción del malestar, sino su aceptación. Más allá de esto, las promesas de resultados del ‘Mindfulness’ hay que ponerlas por ahora en suspenso hasta que haya evidencia suficiente a favor. 

LA INNEGABLE E INNECESARIA RELACIÓN DEL ‘MINDFULNESS’ CON EL BUDISMO 

Como hemos visto, el planteamiento del ‘Mindfulness’ para entrar en el mundo de la salud es el siguiente: más allá de sus raíces budistas, ha demostrado ser eficaz cuando se utiliza para reducir las reacciones de depresión, ansiedad y estrés, y por ello debe incluirse en el bagaje de técnicas del profesional de la psicología (algunos dicen que como terapia en sí misma y otros que como técnica, pero no entraremos en esa discusión). Sin embargo, son sus raíces lo que suscita el interés por parte de muchos profesionales de la salud, empezando por Jon Kabat-Zinn, aficionado al Zen y al yoga que descubrió la técnica estudiando con maestros budistas, y siguiendo por muchos autores que confiesan que ya hacían meditación antes de que se pusiera de moda y aparecieran estos estudios, como Ronald D. Siegel, autor de “La solución Mindfulness” (Desclée De Brouwer, 2012) 

De hecho, creo que es precisamente su orientalismo lo que provoca tanto el rechazo de los detractores de la Nueva Era como la defensa de los fans de algún tipo de budismo y, en general, de toda terapia que suene a “oriental”. Normalmente le digo a los primeros que nos se dejen llevar por sus prejuicios, recordándoles que ese no es un argumento para estar a favor o en contra de algo. Pero también pienso que sería interesante que sus defensores hicieran una reflexión: ¿es necesario seguir relacionando al ‘Mindfulness’ con el budismo y sus explicaciones o debería presentarse de una vez como una técnica de focalización de la atención, sin tener que mentar una y otra vez al budismo, su lenguaje, sus planteamientos y demás? Al fin y al cabo, si los meditadores budistas descubrieron que esta técnica es útil para encontrar la “paz interior” (o vivir con menos ansiedad, que es de lo que posiblemente se trate eso), no implica que tenga que ser eficaz por los motivos que ellos indican. Es como si cuando suelto un bolígrafo y cae, yo digo que ocurre porque un duende invisible tira de él hacia abajo, y que el hecho de que caiga es la prueba de la existencia del duende. A este razonamiento se le conoce con el raro nombre de falacia “post hoc ergo, propter hoc” (después de esto, luego a consecuencia de esto). 

¿Mantener la unión del ‘Mindfulness’ con el budismo beneficia o perjudica su uso?


Quizá a muchas personas les atraiga la técnica precisamente por su relación con el budismo, pero a otros nos echa para atrás tener que asumir que para utilizarla casi que debemos convertirnos a esta religión y aceptar sus planteamientos filosóficos (y su estética, y la pasión por el Dalai Lama, y las noticias del monje más feliz de mundo, y toda esa cultura que consumimos en occidente y que gusta tanto a ciertas personas). Imagínense por un momento que el ‘Mindfulness’ no fuera un procedimiento relacionado con el budismo sino con el cristianismo. ¿Se imaginan a monjes benedictinos formando a psicólogos en los colegios oficiales? Si la meditación cristiana hubiera demostrado ser efectiva, yo esperaría de los investigadores que estudiaran por qué funciona y lo explicaran sin necesidad de relacionarlo con creencias religiosas, y que incluso mejoraran la técnica original separando lo que funciona de lo que es accesorio. Eso mismo es lo que me gustaría que ocurriera con el ‘Mindfulness’: que podamos saber a ciencia cierta para qué funciona y cómo ocurre, y poder utilizarlo sin necesidad de que se relacione las técnica con unos planteamientos religiosos determinados. A grandes rasgos, es lo que se está haciendo hoy en día por parte de muchos profesionales que utilizan el ‘Mindfulness’ en sus consultas y hospitales, aunque otros no ocultan su interés en ella precisamente por la relación que tiene con el budismo. 

LAS CRÍTICAS AL ‘MINDFULNESS’ 

La psicología, quizá por ser una disciplina joven y tener pocas certezas, da lugar cada cierto tiempo a modas. La propia aparición de las diferentes escuelas en psicología (psicología experimental, psicoanálisis, conductismo, cognitivismo y demás) nos habla de que con frecuencia surgen propuestas teóricas, terapias y técnicas que se ponen de moda durante algunos años o décadas, pasando de la euforia inicial a unas aportaciones reales más modestas con el paso del tiempo. Todos recordarán lo que ocurrió a mitad de los noventa con la Inteligencia Emocional, que hoy en día sigue vigente pero con menos intensidad que en el pasado. Al fin y al cabo, no se puede obviar que existe un mercado para la psicología, y que es este mercado el que busca novedades continuas, como ocurre con los teléfonos móviles, la ropa y la mayoría de bienes y servicios que compramos. 

Como dijimos antes, el ‘Mindfulness” está de moda. Aparece en muchos medios de comunicación en los últimos años (1,2,3,4,5,6,7 y no pongo más para no aburrir), y probablemente sea esta la razón de que mucha gente se esté interesando por él, aunque las pruebas de su eficacia sean muy limitadas si las comparamos con el creciente número de estudios (2.226 entradas sólo en PubMed a 2 de noviembre de 2014). 

Los talleres de ‘Mindfulness’ se multiplican como setas. En muchos se hace de todo y para todo.


a. Nada nuevo bajo el sol 

A pesar de ello, al ‘Mindfulness’ no le han faltado críticas, y no sólo porque para formarte en la técnica o beneficiarte de ella en un taller haya que acabar aceptando en muchos casos ideas más religiosas que científicas. Se ha planteado, por ejemplo, que el ‘Mindfulness’ no aporta nada nuevo: Técnicas como la exposición en imaginación o interoceptiva, típicas de la Terapia de Conducta; la Terapia Metacognitiva de Wells y los procedimientos de autocontrol son muy similares. De alguna manera, el ‘Mindfulness’ sería casi lo mismo pero con un halo de novedad y orientalismo que permite venderlo como algo nuevo y atrayente. 

b. No sirve para todo 

Otra de las críticas que suele recibir el ‘Mindfulness” es que parece que sirviera para todo. Basta hacer una pequeña búsqueda para encontrar que, supuestamente, permite “beneficiar al vínculo que establece [la madre] con su bebé”, enseña a los/as niños/as a “afrontar la vida”, puede disminuir “el absentismo y el número de accidentes laborales, los conflictos en el trabajo, la fuga de talentos y profesionales más cualificados” e incluso permite “volver a la vida”, como si la capacidad de pensar en situaciones que no están ocurriendo en el aquí y el ahora fueran algo malo en sí mismo. 

c. Posibles efectos no deseados 

Por último, se ha planteado que el ‘Mindfulness’ y otros tipos de meditación pueden tener consecuencias indeseadas. Así se expone en un reciente artículo aparecido en The Guardian, Según este artículo, el psiquiatra Florian Ruths, partidario del uso de la técnica, ha descubierto que en algunos casos provoca despersonalización (la sensación por parte de la persona de verse a sí misma como en una película), y en el llamado Proyecto Noche Oscura de la Universidad de Brown se ha encontrado que algunos meditadores son asaltados por recuerdos traumáticos. A pesar de ser casos aislados, habría que hacer mayor hincapié en estudiar la técnica y sus consecuencias en profundidad en lugar de limitarse a buscar sus potenciales beneficios. 

Al margen de estos casos poco frecuentes, algunos profesionales comentan que se puede estar dando la impresión de que se trata de una “píldora mágica que se puede aplicar sin esfuerzo” y que para algunas personas, puede resultar “intimidante” el ser consciente de sus propios pensamientos y emociones, por lo que debería ser practicada solamente con profesionales experimentados y que sepan cómo manejar posibles reacciones indeseables. 

Típico juego de palabras: ¿mente llena o conciencia plena?


MINDFULNESS: NI TANTO NI TAN POCO 

A pesar de la revisión que he realizado para este artículo, estoy seguro de que se me han quedado cosas por el camino. He intentado ser lo más riguroso posible, ya que si me planteo utilizar esta técnica en consulta, debo saber a qué atenerme. Como resultado de lo expuesto anteriormente, voy a concluir con algunas consideraciones que creo que deben tenerse en cuenta al abordar esta cuestión: 
El ‘Mindfulness’ es una herramienta más que puede ser útil para la reducción de la ansiedad y el estrés, por lo que su inclusión en talleres o cursos que persigan este fin está justificada, sin olvidar que contamos con otras técnicas que cumplen la misma función perfectamente. 
Sería útil saber si es más eficaz con determinado tipo de problemas o de pacientes, para seleccionarla en lugar de otras en cada caso, pero hoy por hoy no contamos con esta información. 
Alejar al ‘Mindfulness’ de planteamientos relacionados con el orientalismo (algo que sé que le resultará aberrante a muchos de sus defensores) podría convertirlo en un procedimiento más “neutro” que llegara a una mayor cantidad de personas. 
Ante la posibilidad de que pueda provocar consecuencias indeseables, y hasta que se descarten, su uso con fines terapéuticos debería estar supervisado por profesionales con formación en psicopatología, debido a la posible aparición de reacciones adversas, y con formación en la técnica, las teorías sobre su funcionamiento y sus efectos iatrogénicos (algo que no gustará a los entrenadores en ‘Mindfulness’ que no son profesionales sanitarios). 
Sería útil transmitir información realista sobre las evidencias actuales en relación al ‘Mindfulness’ y denunciar a aquellas personas, sean o no profesionales de la salud, que promuevan beneficios del mismo aún no probados, así como su inclusión en programas educativos, empresas y talleres dirigidos a la población en general con fines distintos a los que han sido comprobados.

No hay pruebas científicas de que el ‘Minfulness’ permita alcanzar la iluminación mejor que pulsar un interruptor


Lo siento por el tostón. 

Intentaré ser más escueto la próxima vez. 

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NOTA DEL 16 DE DICIEMBRE DE 2014: 

Ante la gran cantidad de comentarios en el blog, me gustaría responder a un argumento que se repite varias veces, y lo haré con un texto que no es mío: 

“Los términos que describen los hechos privados son necesariamente inexactos. No todas las contingencias se pueden sustituir por reglas, y algunos comportamientos moldeados por contingencias están más allá del alcance de la descripción verbal. De igual manera, la descripción más precisa de un estado de sentimiento no puede corresponder exactamente al estado sentido. Los sentimientos del místico o del esteta son “inefables”, y hay otros sentimientos que solamente se pueden conocer pasando a través de las historia apropiada. Solamente quien ha vivido en un campo de concentración puede saber realmente “cómo se siente”, porque no hay nada igual que genere sentimientos comparables en las otras personas. Si es cierto que solamente quienes han pasado por el psicoanálisis pueden saber “cómo se siente”, entonces posiblemente no exista nada que se sienta de la misma manera”. 

B.F. Skinner. Sobre el conductismo. (1974) 

Uno de los argumentos que leo constantemente para justificar todo tipo de pseudoterapias es que lo verdaderamente importante es lo que se siente cuando se pasa por ella, y que ese sentimiento no es comparable con ninguna otra cosa. Claro, si no hay otra situación que provoque esa respuesta de forma similar, entonces es único. Pero eso no significa que sea mejor, ni que tenga alguna utilidad más allá del agrado de sentir lo que se siente al realizar las técnicas o ejercicio que le son propios. Yo les puedo asegurar que lo que se siente cuando uno baila tango (o lo intenta, como ha sido mi caso), lo que se siente al subirse a tocar a un escenario y lo que se siente al pasear por los palacios imperiales de Pekín son experiencias agradables únicas, incomparables y hasta cierto punto, indescriptibles. Probablemente lo que se siente al practicar ‘Mindfulness’ sea una experiencia fantástica, pero para afirmar que tiene un efecto más allá de su práctica, hay que demostrarlo. La técnica ya cuenta, como hemos visto, con cierta cantidad de pruebas a favor, y eso es lo que podemos decir sobre su eficacia actualmente. Es resto queda en el plano de cada uno, y es respetable, como cualquier otra acción en la vida que no afecte negativamente a los demás. Obvia decirlo, pero hablar del término “espíritu” se me hace demasiado dualista, y por tanto metafísico. Ya tengo bastante con debatir sobre la existencia de eso a lo que llamamos “mente”.





Escrito por: Eparquio Delgado 
Psicólogo Sanitario: en Centro Psicológico Rayuela
Publicado en su: blog personal